Paseabamos por Ikea.
Nos despistamos y ella apareció con los vasos que llevánamos buscando un rato. Eran exactamente igual a los mios.
Yo dije: !Anda, si son como los mios!
Ella contestó con muy buen humor: Pues claro, ¿A qué te crees que voy a tu casa? ¿A verte? Voy a copiar ideas.
Me hizo muchísima gracia.
Al día siguiente volvió a casa y al entrar le dí una libretita y un lápiz para que apuntase todo lo que necesitara recordar.
Esta pequeña y divertida anécdota me ronda la cabeza en estos últimos días.
Por una parte, cuando una persona que queremos nos copia nos lanza un piropo en forma de acto. Sin embargo, si esa persona no nos quiere, o no nos habla, o, queriéndonos algo, no nos lo dice, nos genera una ansiedad en forma de rabia, odio, asco, o que se yo, impresionante.
!Qué importante somos las personas!
Ante un mismo acto, sin importancia, (como en este ejemplo que esos vasos los tendrán millones de Ikeanianos), según el amor que tengamos pasa de a ser divertido, enorgullecedor, odioso, piroposo, etc.
Vamos a querernos que da mejores resultados.
Fdo: Antevasin