Vale, ya, ya sabemos que funciona, así que se acabaron los mensajitos de "hola mundo" y vamos a lo que importa:
Pequeña idea y modesta contribución al magnífico libro de "las preciosas" (uy!, me ha salido como si fueran un dúo musical de los años ochenta): Las palabras, esas que todos tenemos por fuera en grandes cantidades y no sabemos ni cuantas ni qué nos hacen dentro. A ver si me explico: frases cotidianas y legendarias como "Querer es poder.", "Ten cuidado con lo que deseas porque se cumple", "El optimismo es el pilar de la libertad", "vive como piensas o pensarás como vives", etcétera tienen una transcendencia que van mucho más allá del empuje moral que puedan tener en el momento que las recibimos. (Quizás ahora líe un poco, porque empezaré a hablar de "las palabras" como implementación o reflejo de nuestro pensamiento, y no como conjunto de vocales y consonantes que han sido recogidas por la Real Academa Española de la Lengua).
No le damos a las palabras el poder que tienen, o sí, y lo que pasa es que no pensamos con las palabras correctas. Tenemos a nuestro amargado amigo, contándonos sus problemas y miserias económicas, y le soltamos una de estas frases en plan "escucha y aprende, pequeño saltamontes", y te mira a los ojos, como si fueras un niño que le acabas de decir que si necesita dinero no tiene más que ir al cajero y sacarlo, y lanza un suspiro de "este no se entera de ná", se encierra en su impermeable palabrófugo (creo que me lo acabo de inventar) y vuelve a su estado de "¡qué miserable soy!". En esta breve y adornada exposición del caso, nos hemos centrados en el dinero, pero realmente, podría ser cualquier cosa: salud, trabajo, amistades, relaciones sociales...
La mayoría de la gente vive en constante contradicción consigo misma (lo que los católicos llamamos naturaleza torcida, los taoistas el yin y el yang, y... bueno, que me enrrollo), y esto hace que la mayoría de las veces no nos posicionemos y tengamos lo que queremos. En el caso del dinero, que levante la mano quien no lo quiera... pero también somos conscientes, aunque con la boca pequeña, que el dinero no da la felicidad (parad de reir, que esto es serio), saben que si tienes mucho dinero no podrás nunca ver la pureza de la amistad de tus amigos, la entrega desinteresada de tu familia, el cariño y admiración de las mujeres, el respeto y consideración de la sociedad a lo que eres, y no a lo que tienes... Acabo de escuchar ese ¡Bah! del sujeto que piensa que la gente no es tan profunda, pero esa situación de los que tienen dinero la vivimos a diario en la prensa rosa, en los programas del corazón, en la tertulia filosofica-metafísica de la peluquería y todos somos conscientes de esa lucrativa realidad. ¿Que nos pasa? Pues que nuestro pensamiento de "Quiero tener dinero" se queda en eso, y, como leí en un libro: "Todo el universo se configura y gira para que tengas el estado que deseas", ¿cómo? ¿que el universo se confabula para que yo tenga dinero? Nooooo, tus palabras, tu pensamiento hace que el universo entero se mueva para que tú "quieras tener dinero", que es lo que realmente estás pensando, ese es realmente tu estado, un estado eterno de "querer tener dinero".
Vamos a la gente que realmente sabe lo que quiere, y no piensa en querer tenerlo, sino en que lo tiene: De aquí, la sabiduría popular también saca sus conclusiones: "el dinero llama al dinero", "Dios le da pan al que no tiene dientes"... Este tipo de personas están convencidas de lo que tienen, y si eso les falta, es meramente una situación, un estado temporal, del cual tarde o temprano saldrán para seguir siendo lo que son. Todos conocemos empresarios ricos que se han arruinado, incluso varias veces, y han vuelto a hacer fortuna, incluso conocemos personas que su estado temporal es tan persistente que podríamos catalogarlo de permanente, pero ellos conservan ese saber estar, esa clase, que les hace seguir perteneciendo a otra esfera social, a pesar de una situación económica adversa e insistente.
Para captar su atención, me he movido en una capa muy material, muy mundana, pero el poder de las palabras afectan a todos los parámetros naturales y sobrenaturales de nuestra existencia: En la salud: hay personas que desean estar saludables, pero incluso cuando se medican para sanarse, cojen todos los efectos secundarios que han leido en el prospecto, requieren la atención y compasión de la gente, y en cuanto te ven te sueltan todo el vademécum familiar que les acontece, aunque deseen estar sanas, necesitan estar enfermas. Sin embargo, hay otras personas que parece que jamás enferman, incluso que se curan de enfermedades "milagrósamente", hasta tal punto que se han escrito libros sobre "el poder de la mente"... "tu puedes curarte"... y mira por donde, no son palabrería... aunque algunas veces no estén bien enfocados, pero eso es otro tema.
¿Qué pensamientos básicos subyacen tras nuestra idea del trabajo, de la amistad, de los hijos, de la familia, de Dios...? Haga una revisión de lo que piensa acerca de lo que es el trabajo y comprenderá su situación laboral actual, pero, perdonen mi insistencia, no piensen en su trabajo, sino de qué piensan sobre el trabajo y, sobre todo, por qué piensan eso, quizas (seguramente) haya otro pensamiento anterior, iniciador, que sea el que tienen que analizar para comprender su situación actual (buena o mala).
Fdo:El Cerebrito