Necesitada de vivir aceleradamente el inicio del Otoño he pasado, espumillón en mano, a preparar ya la Navidad.
Claro, aunque en casa me conocen y me quieren mucho, si monto ya el árbol y el Belén, como poco me mirarían de forma rara pero seguro, contagiados de mi ilusión, caerían velozmente en ayudarme aportando sus ideas y manos.
Ayer ya hablamos del color que toca este año y de si los Reyes habrán salido o no ya de sus poblados.
Como buena cristiana se que el Niño Jesús nace cada mañana en nuestros corazones y que debemos tener mullidito el pesebre para acogerlo así que tan desencaminada no voy.
La Navidad es el período del año que más me gusta y reducirla en mi caso a 15 días es muy pobre.
De hecho, en cuanto vea mantecados y polvores los compro que para eso hemos estado todo el verano a base de melón y piña.
Por cada uno que me coma lanzaré un beso tremendo al cielo dándole las gracias porque a mis 43 años sigo viviendo de forma tan especial la llegada del Niño Jesús.
Este año vamos a celebrar un cumpleaños ESPECIAL.
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