Estábamos cenando y él, el genio, ha dicho que en un programa de TV han comentado que las emociones educan.
El ejemplo me ha parecido significativo: nadie sabía cuando empezaba la 2ª Guerra Mundial hasta la llegada de la película Pearl Harbor con la que a todos se nos ha quedado bien grabados fechas, momentos y ambiente.
Y es verdad, las emociones nos educan.
Hace poco he aprendido una gran lección a fuerza de un situación muy desagradable. Las emociones desarrolladas en este hecho concreto han generado en mi un aprendizaje que, debido a el escaso tiempo transcurrido, aún no sé el alcance de sus efectos.
Contrarrestando a esta situación estoy invadida de bibliografía para llegar a asimilar este huracán de mis afectos que me lleva a enloquecer y, puedo asegurar, que aprendí mucho más aquella noche que en todo lo que llevo leído y subrayado en las últimas tres semanas.