Me alivió.
Oír su voz suave diciendo que empezaba a ser necesario un tratamiento, consoló mi dolor.
La capacidad inexistente para mantener la ingesta de pastillas con orden y asiduidad era conocida pero el planteamiento de tener que llegar a este extremo me hizo..... ver luz.
Alguien frío y ajeno a mi daba importancia a mi estado actual. Era verdad, entonces.... yo no estaba bien.
Volví los ojos al suelo, brillantes y dormilones, y recé.
Recé hasta dormir porque de nuevo un regalo divino venía a mi.
Solo necesitaba eso.......... que alguien entendiese mi dolor.
Fdo: Antevasin
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