domingo, 4 de marzo de 2012

"- Tienes los pies desnudos. Tápatelos con mi colcha.
Lo hice así. Ella me abrazó y permanecimos un rato juntas, muy apretadas. Luego ella dijo en voz baja:
- Soy feliz. No me disgusta oír que voy a morir. Todos tenemos que morir alguna vez. Esta enfermedad no es cruel. Hace sufrir poco y no perturba los sentidos. No dejo quienes me lloren. Muriendo joven me evito sufrimientos.
- Pero.... ¿para qué te vas a ir? ¿Acaso sabes adónde vas a ir a parar?.
- Si lo sé. porque tengo mucha fe. Voy a reunirme con Dios, nuestro Creador. Me entrego en sus manos y confío en su bondad. Cuento con impaciencia las horas que me faltan para ese venturoso momento. Dios es mi Padre y mi amigo: Le amo y sé que Él me ama  a mi.
-¿Volveré a verte después de mi muerte?
- Sí, vendrás a la misma mansión de dicha y el mismo Padre de todos te recibirá.

Hubiera querido preguntarle donde estaba aquella mansión pero me calle´. La abracé otra vez y escondí mi cabeza en su pecho.

Ella me dijo con dulce tono:
- !Qué agusto me siento! No quiero que te vayas, me encuentro bien a  tu lado.
- Estaré contigo. No me iré de aquí.
- ¿Estás calentita?
- Sí.
- Entonces, que descanses.
Me besó, la besé y ambas nos dormimos enseguida.


Cuando me desperté era de día. Noté en torno mio un movimiento inusitado. Me llevaban en brazos a mi dormitorio. No me regañaron. Todos estaban muy ocupados. No me dieron explicaciones, ni contestación alguna a mis preguntas. Pero un día o dos más tarde me enteré que me encontraron tendida en su camita, con la cabeza en su hombro y mis brazos rodeando su cuello.

Yo estaba dormida y ella estaba....................................... muerta."

No hay comentarios: